Ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos.

Objetivo: El objetivo principal de estas leyes era la separación de la Iglesia y el Estado. Representante (es): Benito Juarez. Corriente política: La situación para los liberales es difícil por la falta de recursos. Buchanan, presidente de Estados Unidos, busca la reelección y ofrece dar una compensación a cambio de la cesión de Baja California. Solamente los bienes del clero, de los cuales los conservadores disponen ampliamente, pueden resolver el problema si son incorporados al patrimonio nacional. Juárez opta por la nacionalización y expide las Leyes de Reforma. Este mismo día, Lerdo de Tejada sale a Estados Unidos a conseguir un empréstito con hipoteca de los bienes nacionalizados; y McLane escribe al departamento de Estado: “Si logra negociar un empréstito en los Estados Unidos con la hipoteca de la propiedad eclesiástica, hay pocas probabilidades de que él o sus colegas estén dispuestos a ceder la Baja California (...)”. A esta Ley siguieron nuevas disposiciones: separación de la iglesia y del Estado; matrimonio civil; secularización de cementerios; de registro civil para el nacimiento, matrimonio y defunción; supresión de monasterios; exclaustración de monjas; y calendario de fiestas públicas laicas; el conjunto de estas normas es llamado “Leyes de Reforma”. Consecuencias: Los liberales lograron la victoria, el 1 de enero de 1861, el presidente Juárez regresó a la Ciudad de México.[2]​ Es por esta razón que varios de los decretos y leyes fueron expedidos en el puerto de Veracruz. Sin embargo la estabilidad del país volvió a ser interrumpida, el gobierno tuvo que suspender los pagos a la deuda extranjera. Mediante la Convención de Londres, los gobiernos de Francia, Reino Unido y España decidieron intervenir en México. Se logró un acuerdo con los británicos y los españoles, pero no así con los franceses, quienes con este pretexto y con la ayuda de los conservadores comenzaron la intervención armada[3]​ y poco después el Segundo Imperio Mexicano. Juárez se vio obligado a escapar de la capital manteniendo su gobierno itinerante hasta que en 1867, logró restaurar definitivamente la República.

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